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EL HABITAT DEL CONEJO DE MONTE

La distribución territorial del conejo.

El conejo se encuentra presente en toda la Península Ibérica, pero son las comunidades situadas al sur de de la misma las que presentan una mayor abundancia de sus poblaciones.

Es una especie adaptable y de amplia distribución, pero existen una serie de factores tanto físicos como ecológicos que condicionan su presencia y especialmente la existencia de poblaciones abundantes o con densidades elevadas, es decir, los conejos no están repartidos al azar, ni regularmente, sino que existe un patrón espacial en su distribución, que está asociada a los habitas o paisajes preferidos por la especie. La diversidad existente en el medio natural condiciona la distribución del conejo, que en consecuencia es muy irregular, es frecuente que en algunas zonas haya elevadas densidades y en otras próximas su densidad sea muy pequeña o no exista.
Influencia de las variables ambientales sobre la abundancia de conejos.

De acuerdo con los diferentes estudios realizados sobre el hábitat del conejo, los factores del medio que influyen en la abundancia de las poblaciones de conejo son:
El clima

El clima influye en la abundancia del conejo, y dentro de las variables climáticas son dos, la temperatura y las precipitaciones, las que condicionan la abundancia de la especie. La relación de la temperatura y las precipitaciones con el conejo es una relación compleja.

En relación con la temperatura, se sabe que las mayores densidades de las poblaciones de conejo se alcanzan en las zonas más cálidas y especialmente donde las temperaturas estivales son elevadas, con una temperatura media del mes de agosto entorno a los 25º C, por tanto las zonas óptimas se encuentran en la mitad meridional de la Península Ibérica.


En relación con las precipitaciones, las densidades de las poblaciones de conejo disminuyen cuando aumentan las precipitaciones y de forma muy especial las precipitaciones estivales. Las precipitaciones estivales suponen un límite a la abundancia del conejo, parece que actúan sobre los conejos de forma indirecta, influyendo sobre aspectos ligados a la transmisión de sus enfermedades. Las densidades más elevadas de conejos se dan con precipitaciones medias anuales menores de 500 mm. y sequía estival.

Considerando ambas variables de forma conjunta, se puede establecer:
  • - en las zonas en las que coinciden bajas temperaturas y altas precipitaciones, las densidades de conejos son mínimas.
  • - con bajas temperaturas las densidades de conejos pueden ser altas si hay escasez de precipitaciones estivales, zonas frías y secas (clima continental).
  • - en climas más calurosos y secos, la influencia de la precipitación parece que se invierte, con mayores precipitaciones (siempre que no sean estivales) las densidades de conejos son mayores que cuando las precipitaciones son menores. La ausencia de precipitaciones puede condicionar el crecimiento de la vegetación y la reproducción. Cuando aumenta la temperatura, el crecimiento de la vegetación será mayor, cuanto mayor sean las precipitaciones.
  • - Con altas temperaturas y ausencia de precipitaciones, la aridez del medio puede constituir un factor limitante para los conejos, debido a la escasez de alimento que origina.

Altitud sobre el nivel del mar.

Como se ha manifestado la abundancia de conejo se ve limitada por el frío y las precipitaciones.
El descenso de las temperaturas con la altitud y la latitud supone que no encontremos generalmente poblaciones abundantes de conejo por encima de los 1.000m.

Presencia de agua

Presentan una clara preferencia por zonas que presenten cursos de agua en las proximidades, con distancias no superiores a los 500m.

Relieve

Las mayores abundancias de conejo se encuentran en terrenos con relieve ondulado y llano y las menores, en zonas escabrosas y en zonas con fuerte pendiente.
El suelo.

Puede haber conejos en cualquier tipo de suelo, pero los conejos son mucho más abundantes en lugares donde predominan los suelos poco cohesionados, fácilmente

excavables y que permite la construcción de madrigueras, pero que no se desmoronen con facilidad. Disminuyendo su abundancia a medida que los suelos son más compactos y más difícilmente excavables.

Su presencia es reducida en suelos pedregosos y es prácticamente nula en zonas rocosas, salvo que en estos casos existan recovecos entre las piedras, en donde pueda encontrar refugio. Una variante humana sería los majanos, montones de piedra procedentes del despedregado de los terrenos, muy frecuentes en terrenos calizos, en los cuales encuentran refugio los conejos.

El suelo es uno de los principales factores que limitan la abundancia de conejos. En general, en suelos graníticos en donde el suelo es favorable las poblaciones pueden alcanzar elevadas densidades, por el contrario en suelos de origen calizo las poblaciones se mantienen en densidades pequeñas.

Cubierta forestal, arbolado y matorral. Fracción de cabida cubierta.

La cubierta de matorral y arbolado está relacionada con las necesidades de refugio de la especie. La cubierta de árboles y matorral se estima mediante el porcentaje de suelo bajo cubierta, la fracción de cabida cubierta. Las mayores densidades de las poblaciones de conejo están relacionadas con una cierta fracción de cabida cubierta pero limitada a valores comprendidos entre el 25 y el 50%. Dentro de esta de fracción de cabida cubierta se encuentran las dehesas, hábitat donde se pueden encontrar elevadas densidades de conejo.


A partir de esos valores y a medida que aumenta la fracción de cabida cubierta disminuyen las densidades poblacionales, y sus valores menores se dan en los medios cerrados con valores de fracción de cabida cubierta muy elevados. Es evidente la ausencia del conejo en las grandes extensiones de pinar, o en las manchas cerradas del monte mediterráneo. En este caso, los escasos conejos presentes se concentran entorno a caminos, cortaderos, comederos de caza y otros claros.


Puede existir abundancia de conejos aunque no se alcance la referida fracción de cabida cubierta, siempre que un terreno adecuado permita la existencia de un gran número de madrigueras.
Cubierta de pastizal, de cultivos y suelos descubiertos

La presencia de cultivos y pastizales es necesaria para proporcionar alimento al conejo.

La abundancia de conejos está relacionada positivamente con la presencia de estos tres tipos de usos del suelo.

La presencia de los cultivos es conveniente para que se alcancen densidades muy elevadas de conejos, porque proporcionan alimentación en calidad y cantidad suficiente. La existencia de cultivos agrícolas extensivos a tres hojas, con parte del terreno ocupado por los cultivos anuales de cereal, parte por los barbechos y parte por el erial, cubre las necesidades de alimentación de los conejos, a lo largo del ciclo anual.

Otro factor a tener en cuenta es la distribución de pastizales o cultivos, las zonas de alimentación, con respecto al matorral que es la zona de refugio, el hecho de que ambas zonas se encuentran intercaladas, formando un mosaico de pequeñas parcelas, favorece la presencia y abundancia del conejo.
Presencia de ganado doméstico y especies de caza mayor

Existe competencia por el alimento de los ungulados domésticos y silvestres con el conejo. Los ungulados domésticos y silvestres son muy poco selectivos en su pastoreo y pueden consumir cantidades elevadas de pasto y reducen en una elevada proporción la biomasa herbácea, que en su ausencia quedaría disponible para los conejos.

Cuando existe sobrepastoreo, su efecto es reducir la capacidad de carga del medio para los conejos y poner un límite a su crecimiento.

El efecto del abandono de la agricultura tradicional.

El análisis de la distribución y abundancias históricas del conejo, indican que el conejo está relacionado negativamente con el abandono del campo. Es difícil encontrar una población de conejos en lugares donde ha habido abandono rural y, en el caso de encontrarla, su abundancia es baja. El abandono del campo está ligado a un determinado tipo de paisaje, desaparición de las zonas de cultivo y ocupación de todo el territorio por el matorral y arbolado, que favorece a las especies de caza mayor frente a las de caza menor y supone la rarefacción o incluso la desaparición local de la especie.

A través de estudios de dieta, se comprueba que el conejo selecciona las leguminosas y gramíneas, especialmente durante la época de reproducción, lo cual puede explicar la relación del conejo con los cultivos de secano.


El abandono de cultivos en áreas marginales, consecuencia del abandono del medio rural, ha originado la pérdida de cultivos y pastos y su posterior colonización por el matorral (salvo en el caso de la existencia de sobrepastoreo) creando medios muy cerrados sin recursos tróficos aptos para el conejo.

Por otro lado, la concentración parcelaria y la tendencia a los monocultivos derivada de las políticas agrarias comunitarias, ha eliminado pequeñas áreas de refugio, linde, setos, bosquetes, arroyos y la vegetación de ribera. En este caso, la ausencia de zonas de refugio impide la presencia de la especie.

En conjunto, existe una tendencia a la homogeneización del territorio y de los paisajes agrarios, bien sea forestal o bien sea agrícola, nada idóneos para la especie.

El hábitat óptimo del conejo de monte

La distribución de las densidades relativas del conejo, se explican en gran parte por las características del suelo y del clima. En las regiones frías de montaña, los conejos son muy escasos. Lo mismo ocurre en las zonas calizas: con suelos duros y pedregosos es difícil que los conejos sean abundantes.

El terreno óptimo para la especie serían aquellos con climas secos y calurosos en la época estival, con suelos blandos y que permita excavar madrigueras, situados a una altitud variable, pero menor de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Precipitaciones otoñales, invernales y primaverales que permitan una elevada producción vegetal durante el periodo reproductor. Terrenos ondulados o llanos, atravesados por un arroyo, con una fracción de cabida cubierta del 25 al 50% de matorral y arbolado para refugio de los conejos, y el resto por pastizal, cultivos y suelo descubierto. Este paisaje favorece la presencia de ecotonos entre las diferentes estructuras del paisaje citadas, que optimizan el esfuerzo dedicado a la alimentación y minimizan el riesgo de ser predados, al ser cortos los recorridos entre los lugares de refugio y de alimentación. Los cultivos serían los propios de la agricultura tradicional extensiva de secano, con un cultivo de cereal a tres hojas. Puede haber ganado y especies de caza mayor siempre que no haya un sobrepastoreo.

La influencia de la agricultura extensiva en las poblaciones de conejo ha sido siempre muy favorable, con pequeñas parcelas de cultivo, la alternancia de diferentes cultivos, los ecotonos monte-cultivo. Esta estructura en mosaico es el hábitat idóneo de la especie

¿Qué distancia pueden recorrer durante su actividad normal?

El área de campeo varía considerablemente con el sexo, época, densidad poblacional y disponibilidad de alimento, oscilando entre las 0,05 y las 7 Ha. Las hembras suelen tener un área menor de campeo que los machos. Durante la época de reproducción el área de campeo es menor que durante el resto del año, expandiéndose cuando cesa la reproducción o cuando los recursos se van haciendo más escasos. El aumento de la densidad poblacional reduce el área de campeo de cada individuo y el territorio del grupo. Los conejos adultos raramente abandonan el territorio en el que han criado por primera vez, mientras que los principales desplazamientos son llevados a cabo por animales juveniles o subadultos al comienzo del verano, especialmente machos, que abandonan los territorios donde nacieron. ( 100 preguntas sobre el conejo de monte revista trofeo 2004)
El efecto del abandono de la agricultura tradicional.

El análisis de la distribución y abundancias históricas del conejo, indican que el conejo está relacionado negativamente con el abandono del campo. Es difícil encontrar una población de conejos en lugares donde ha habido abandono rural y, en el caso de encontrarla, su abundancia es baja. El abandono del campo está ligado a un determinado tipo de paisaje, desaparición de las zonas de cultivo y ocupación de todo el territorio por el matorral y arbolado, que favorece a las especies de caza mayor frente a las de caza menor y supone la rarefacción o incluso la desaparición local de la especie.

A través de estudios de dieta, se comprueba que el conejo selecciona las leguminosas y gramíneas, especialmente durante la época de reproducción, lo cual puede explicar la relación del conejo con los cultivos de secano.

El abandono de cultivos en áreas marginales, consecuencia del abandono del medio rural, ha originado la pérdida de cultivos y pastos y su posterior colonización por el matorral (salvo en el caso de la existencia de sobrepastoreo) creando medios muy cerrados sin recursos tróficos aptos para el conejo.

Por otro lado, la concentración parcelaria y la tendencia a los monocultivos derivada de las políticas agrarias comunitarias, ha eliminado pequeñas áreas de refugio, linde, setos, bosquetes, arroyos y la vegetación de ribera. En este caso, la ausencia de zonas de refugio impide la presencia de la especie.

En conjunto, existe una tendencia a la homogeneización del territorio y de los paisajes agrarios, bien sea forestal o bien sea agrícola, nada idóneos para la especie.

El hábitat óptimo del conejo de monte

La distribución de las densidades relativas del conejo, se explican en gran parte por las características del suelo y del clima. En las regiones frías de montaña, los conejos son muy escasos. Lo mismo ocurre en las zonas calizas: con suelos duros y pedregosos es difícil que los conejos sean abundantes.

El terreno óptimo para la especie serían aquellos con climas secos y calurosos en la época estival, con suelos blandos y que permita excavar madrigueras, situados a una altitud variable, pero menor de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Precipitaciones otoñales, invernales y primaverales que permitan una elevada producción vegetal durante el periodo reproductor. Terrenos ondulados o llanos, atravesados por un arroyo, con una fracción de cabida cubierta del 25 al 50% de matorral y arbolado para refugio de los conejos, y el resto por pastizal, cultivos y suelo descubierto. Este paisaje favorece la presencia de ecotonos entre las diferentes estructuras del paisaje citadas, que optimizan el esfuerzo dedicado a la alimentación y minimizan el riesgo de ser predados, al ser cortos los recorridos entre los lugares de refugio y de alimentación. Los cultivos serían los propios de la agricultura tradicional extensiva de secano, con un cultivo de cereal a tres hojas. Puede haber ganado y especies de caza mayor siempre que no haya un sobrepastoreo.

La influencia de la agricultura extensiva en las poblaciones de conejo ha sido siempre muy favorable, con pequeñas parcelas de cultivo, la alternancia de diferentes cultivos, los ecotonos monte-cultivo. Esta estructura en mosaico es el hábitat idóneo de la especie.

Cambios en la alimentación

Los cambios cíclicos (de carácter estacional o secundarios a cambios en la misma densidad poblacional) de la cantidad y calidad del alimento al que están sometidas las poblaciones naturales, estabilizan su densidad media al disminuir la amplitud de sus oscilaciones, impidiendo que ésta aumente por encima de niveles críticos que agoten totalmente los recursos del medio y provoquen descensos periódicos y caóticos de los efectivos poblacionales. Este mecanismo de variación en la calidad y cantidad del alimento actúa disminuyendo periódicamente tanto la tasa reproductiva de la población como aumentando la mortalidad de los animales durante los períodos de escasez (Myers y Poole 1963b; Wallage-Drees y Michielsen 1988).

Migración

La migración debida a causas sociales también puede actuar como agente estabilizador de las poblaciones de conejos, dispersando a parte de los animales sobre amplias áreas y disminuyendo su impacto específico sobre los recursos del medio. De esta manera, se protegen las reservas de alimento que posteriormente disminuirán la incidencia de fuertes mortalidades por inanición. También la migración supone la eliminación del excedente de animales de una población, los cuales al desplazarse hacia hábitats menos favorables sucumben más fácilmente a la predación, enfermedades u otro tipo de factores de mortalidad (Myers y Poole 1963b).

Predación

La predación es uno de los motores que ha guiado la evolución del conejo silvestre a lo largo de su historia, constituyendo uno de los principales sino el más importante factor de mortalidad, por lo que toda la estrategia vital de este lagomorfo se halla encaminada a contrarrestar su impacto.

Tradicionalmente se ha considerado que la predación no regula las poblaciones de las especies presa, sino que sólo elimina a los animales excedentes. Sin embargo, trabajos realizados sobre poblaciones de conejo silvestre (Myers y Parker 1975; King y Wheeler

1985) ya sugirieron el importante papel regulador que la predación podría ejercer sobre las mismas, impidiendo que sus densidades alcanzasen niveles tales que llegasen a agotar los recursos del medio. Trabajos más recientes (Newsome y cols. 1989; Trout y Tittensor 1989), han evidenciado este hecho con mayor fuerza, mostrando una capacidad de regulación de tal magnitud que puede incluso mantener a bajas densidades poblaciones de conejos que han sido afectadas previamente por otros factores negativos, tales como sequías, fuertes nevadas o enfermedades, ralentizando su recuperación, lo que en ocasiones pudiera llevar a la rarefacción de la especie.

En general, el impacto de la predación sobre las poblaciones de conejos puede ser muy variable ya que presenta notables diferencias entre poblaciones y dentro de una misma población a lo largo de su historia, siendo determinada su magnitud por el número y densidad de las especies de predadores, y por el número y valor reproductivo de cada conejo consumido (Pech y cols. 1992; Villafuerte 1994).

Además, otros factores ajenos a los predadores pueden condicionar la importancia de la predación, como son: incidencia o no de enfermedades, una reducción en la calidad o cantidad del alimento, la cual produce cambios en la actividad de los conejos que facilita su predación (Gibb 1978; Cowan 1987b), o un aumento en la densidad poblacional que puede reducir ostensiblemente la razón entre el número de entradas de madriguera y el número de conejos (Parer 1977).